lunes, 9 de marzo de 2015

Tritón Pigmeo.


Triturus pygmaeus


Antes llamado tritón jaspeado, el tritón pigmeo es una pequeña preciosidad de nuestra fauna más cercana. Encontramos tritones pigmeos en una gran charca cercana a un pequeño río. Al levantar algunas piedras, allí estaban varios ejemplares de estos anfibios que presentan tonlidades verde, marrón y naranja. Tocarlos es como coger una gominola de chuchería. Los anfibios son muy sensibles a los cambios climáticos, en especial les afectan los periodos de sequía prolongados que terminan por acabar con sus zonas de hábitat húmedas. Es uno de los animales más hermosos que hemos subido al blog, y encontrarlos fue una alegría especial.

viernes, 6 de marzo de 2015

Picudo Negro.


Scyphophorus acupunctatu


Si ya teníamos suficiente con el picudo rojo de las palmeras, otra nueva especie invasora hace ya su aparición en nuestras tierras, el picudo negro. El picudo negro tiene predilección por las pitas, los dragos y los aloes. Proviene de América y la primera vez que se vio uno en España fue en 2007. Nuestro picudo negro estaba en una playa de Huelva caminando tranquilamente por la arena.

Langosta Terrestre (Ninfa)


Anacridium aegyptium


La langosta terrestre que ya subimos al blog en su fase adulta, aparece ahora en su fase ninfa, bastante diferente a lo que será luego cuando crezca. Un color verde claro, casi fluorescente le sirve como camuflaje entre el césped del parque. La fauna más sorprendente y exótica podemos encontrarla en cualquier rincón de nuestra ciudad.

Chinche de las crucíferas.


Eurydema Ornata


Al igual que su pariente la chinche roja o de las malvas, la chinche de las crucíferas posee un cuerpo de caparazón con un espectacular diseño que nos recuerda las máscaras y escudos de algunas tribus africanas. Son insectos que causan plaga en los cultivos de col, brocoli, y similares. Sobre una pared encalada su dibujo resultaba aún más atractivo.

Cogujada Común.


Galerida cristata


Es uno de los pájaros más reconocibles de nuestra fauna por ser un habitual de las orillas de las carreteras y los caminos. No hay sendero en el que no aparezca una, incluso se atreven a merodear por las carreteras secundarias sin temor a la velocidad de los coches.